El exceso de calcio y magnesio por un agua excesivamente dura es uno de los grandes problemas que podemos tener en nuestro domicilio o establecimiento. Un agua con una cantidad de cal y magnesio demasiado alta puede ser perjudicial para nuestra salud, bienestar e instalaciones.
El agua dura es perjudicial para nuestra piel y cabello en particular y para nuestro organismo en general (puede producir alteraciones renales), y acorta la vida de electrodomésticos como la lavadora, el lavavajillas, las calderas, etc... por la formación de incrustaciones.
Entendemos por agua dura aquella que contiene elevadas cantidades de calcio y magnesio. Estas sales provocan incrustaciones en las conducciones y todos los elementos en contacto con este tipo de aguas, quedando expuesto a un envejecimiento prematuro. La incrustación aumenta con el incremento de la temperatura y con la variación del pH, así como el grado de dureza de las mismas.
El agua descalcificada obtiene agua blanda, donde se ha reducido las sales de calcio y magnesio a los mínimos recomendados por la OMS. La descalcificación del agua nos da grandes ventajas en la higiene, el hogar y la protección de instalaciones domésticas e industriales.
El agua blanda es buena para el aseo de la piel y el cabello, también para la limpieza en general. Además permitirá ahorrar energía debido a la disminución de las incrustaciones y su efecto aislante, reduciendo el consumo de detergentes, energía de los calentadores y calderas tanto de gas como eléctricas.
La descalcificación del agua se realiza mediante un proceso llamado intercambio iónico. Para este proceso se emplean unas resinas que tienen la capacidad química para capturar iones de calcio (Ca) y magnesio (Mg) existentes en el agua, y eliminarlos de forma segura. En el ámbito doméstico e industrial este proceso se realiza mediante un equipo descalcificador.